Alfred Hitchcock: las lecciones que nos enseñó

Hay muy pocos directores que hayan conseguido influir tanto en la manera de hacer cine como lo logró Alfred Hitchcock. El británico se convirtió en uno de los grandes directores de mediados del siglo XX, y muchas de sus películas, tanto las británicas como las americanas, son hoy por hoy consideradas como clásicos. ¿Quién no ha visto Rebecca, Psicosis o Con La Muerte En Los Talones? Son títulos que marcaron a toda una generación y sentaron las bases del género de thriller y suspense, donde el menudo director británico se presentó como el primer gran maestro, y donde todos los grandes cineastas de hoy en día le siguen rindiendo tributo. De personalidad complicada y con una obsesiva imagen de la perfección, Hitchcock no era solamente un tipo con mucho talento para el cine, sino un auténtico narrador, un contador de historias que nos bendecía con sus conocimientos en la pantalla grande.

A lo largo de su carrera, el director concedió numerosas entrevistas en las que no dudaba en hablar sobre cómo concebía el cine, y también sobre la forma en la que le gustaba contar las historias. También otros cineastas importantes, como Truffaut o Brian de Palma, dedicaron muchas horas a estudiar y analizar el cine de Hitchcock, a quien conocieron personalmente, para luego inmortalizarlo en varios libros que hoy por hoy son una referencia absoluta a la hora de entender no solo la figura del británico, sino también el propio cine del siglo XX, que quedó marcado por completo por las películas de Hitchcock. Nosotros hemos escogido cinco lecciones claves que el propio director nos enseñó, a través de sus palabras pero sobre todo, a través de su cine, y que son perfectamente válidas hoy por hoy para cualquiera que desee realizar una película, especialmente de suspense o thriller.

Simplificar el argumento

lecciones-hitchcock-3

Aunque muchos no estarían de acuerdo con esta primera lección (véase Nolan, Lynch o Shaymalan), lo cierto es que el director apostaba por argumentos sencillos, muchas veces parecidos entre sí, que no tuvieran demasiada complejidad, para evitar que el espectador se perdiese entre idas y venidas. Hitchcock consideraba que el cine era un espectáculo hecho para el deleite del espectador y por tanto había que estar siempre pensando en él, en cómo ofrecerle la mejor película posible, para que la disfrutara sin tener que sacarse un curso en filosofía o en psicología. Aunque muchos de sus personajes tienen tramas bastante complejas, el director siempre trataba de simplificarlo todo a la hora de mostrarlo al espectador, para mantener su atención y permitirle seguir la trama sin mayores problemas.

El sonido es tan importante como la imagen

Cuando Hitchcock llegó a Estados Unidos el sonido ya estaba plenamente implantado en la meca del cine, y pocos lograron sacar tanto provecho no solo de los diálogos, sino también de la música, como el director británico. Sirva de ejemplo la célebre anécdota del primer pase preliminar de Psicosis, que Hitchcock llevó a cabo junto a su esposa y varios amigos. Todos ensalzaron la película, pero Alma, su mujer, le dijo que no podía sacarla así. Le faltaba la música. Así pues, el director contactó con el músico Bernard Herrmann, quien desarrolló una partitura especial para la película que ha marcado el cine de suspense y de terror para siempre. El resto, como suele decirse, es historia, pero la importancia de la música y el sonido en el séptimo arte no sería la misma sin gente como Hitchcock.

El peligro asecha en cualquier lugar

Si el director era considerado el mago del suspense era por algo. Hitchcock entendía que para crear tensión en una película, el peligro podía estar en cualquier parte, incluso en esas escenas que no parecían llevar a ningún lado. En sus películas nadie estaba a salvo, y el ejemplo perfecto es la muerte, a mitad de la película, de Janet Leigh en Psicosis, demostrando que incluso la protagonista podía caer en cualquier momento. Se consigue así crear una sensación de auténtico terror e inseguridad en el espectador, que sabe que no hay ningún lugar donde pueda escapar. Hitchcock juega con nosotros y lo hace de forma magistral, diseminando pequeñas pistas para crear esa tensión psicológica que hace que estemos siempre con la mirada clavada en la pantalla, por lo que pueda pasar.

El villano puede no parecerlo

lecciones-hitchcock-2

Esto no es algo que haya inventado Hitchcock, ya que había una gran tradición de novelas de suspense anteriores que ya mostraban al villano solo en el último momento, y quien menos lo parecía. Pero es cierto que el director británico perfeccionó como ningún otro la técnica de ocultar al público quien era el auténtico villano, sobre todo intentando que sospecháramos de cualquier personaje mínimamente gris. Desviar la atención del espectador era otro de los trucos del mago del suspense, consiguiendo que siguiera una historia que en realidad no llevaba a ningún lado, a través de lo que él llamó Mcguffin, un elemento que hace adelantar la trama, pero que en realidad es solo una excusa y no llega a ser importante para su resolución. Mostrar a los personajes siempre grises, sin ser perfectos, suele ayudar también a provocar ese efecto sorpresivo cuando se desvela finalmente quien es el villano.

El lenguaje del color

Al no ser muy amigo de llenar la película con diálogos, Hitchcock encontró una manera muy especial de transmitir emociones, el color. Y es que cuando llegó a América, el color ya se estaba expandiendo como habitual en las películas, y aunque muchas de sus grandes joyas estén todavía en blanco y negro, el director británico fue uno de los primeros en darle esa emotividad especial al uso de color, relacionando tal tono con tal personaje, para advertirnos de que algo va a pasar con él en la siguiente escena, o dotando las emociones de los personajes a través de los tonos más ocres o más vivos. Fue uno de los pioneros en la utilización del color, y eso nos lleva a enaltecerlo, de nuevo, como uno de los cineastas más influyentes de la historia.