El final de Juego de Tronos con perspectiva

Una serie capaz de cambiar por completo la historia de la televisión, hasta el punto de conseguir que mucha gente se hiciera fan de un tipo de literatura que, sin lugar a dudas, no era ni mucho menos mainstream hasta su aparición. Juego de Tronos se convirtió no solo en una serie exitosa, sino en todo un fenómeno mundial, a la altura de la saga de Harry Potter, salvando las distancias de edad y estilo entre ellas, claro está. La obra de George R.R. Martin, comparada constantemente con El Señor de los Anillos, era bastante conocida entre los amantes a la literatura fantástica, pero ni mucho menos había llegado al gran público. Tanto es así que los productores, a la hora de hacer la serie, decidieron cambiar su nombre de Canción de Hielo y Fuego a Juego de Tronos, que sonaba mucho más potente.

El éxito de la serie tal vez no pilló desprevenidos a los jefazos de HBO, que apostaron por ella desde el primer momento dotándola de un presupuesto que era impensable unos pocos años antes en la industria televisiva. La jugada les salió redonda, y Juego de Tronos demostró que se podía hacer una televisión de muchísima calidad, comparable incluso al propio cine. Atrajo audiencias millonarias, relanzó  la saga, todavía inconclusa, de Martin, y creo incluso un fenómeno fan que, junto a otras series y películas actuales, han hecho que lo “friki” ya no sea algo tan mal visto o extraño, sino una nueva forma de entender la cultura popular. Una serie como esta se merecía un final a la altura y, sin embargo, lo que los fans vieron en mayo de 2019 les dejó bastante fríos, ya que no se ajustaba precisamente a lo que esperaban de un producto de esta calidad.

Los grandes finales de cada temporada

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Desde su estreno en 2011, la serie se convirtió en una verdadera revolución, algo nunca antes visto en televisión. HBO consiguió un producto redondo al que no solo sacaba rédito en la pantalla, sino también fuera de ella, con muñecos, réplicas y todo tipo de productos de merchandasing. La calidad de cada temporada parecía ir en aumento, y las tramas de los personajes con sus cliffhanger eran cada vez más robustas. Cada temporada contaba con 10 episodios, teniendo siempre una estructura muy parecida y siendo el episodio 9 el más espectacular de todos, con una gran batalla, dejando el último, el episodio 10, para las consecuencias, las grandes revelaciones, para mantener las espadas en todo lo alto. Con finales de temporada así, ¿cómo iba el público a esperar lo que ocurrió?

El final de la serie

Los productores de la serie, viendo su éxito, decidieron alargar un poco más la andadura de Juego de Tronos, cortando su última temporada, que debería ser la séptima, según la propia estructura de la saga, en dos partes de siete capítulos cada una, para poder alargar aún más su éxito. Esto ya debió escamar a los fans, que sin embargo, seguían totalmente entregados a la ficción porque el nivel de calidad de la misma seguía siendo altísimo. La temporada siete estuvo llenas de momentos impresionantes y de grandísimas tramas, poniendo el listón muy alto. Y sin embargo, lo que parecía imposible, destrozar toda esa historia en los últimos episodios, fue justo lo que ocurrió, o así lo creyeron muchos fans al momento de disfrutar de los últimos capítulos de la ficción.

La última temporada se estrenó en la primavera de 2019, con la misión de poner el broche de oro a toda esta gigantesca obra televisiva. Y lo hizo, sí, pero ni mucho menos para gusto de todos. Algunas decisiones de ciertos personajes, como el de Daenerys Targaeryan, o la de colocar a Bran como Rey de Poniente, resultan totalmente incomprensibles. El desarrollo de los personajes en esta última temporada presenta cambios muy notables con respecto a las anteriores, cambios que no fueron precisamente bien tomados por muchos fans, que se sintieron engañados por un final que no estaba a la altura de todo lo que habían visto apenas unos episodios antes. De hecho, para muchos, el último gran capítulo es La Larga Noche, el cuarto de la última temporada.

¿Cómo lo recibieron los fans?

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La gran batalla contra los Caminantes Blancos se llevó a cabo durante ese capítulo, a falta todavía de otros tres para el final, y aquello ya llamó la atención. En los siguientes tres capítulos, los últimos, la serie dio un giro de timón con el personaje de Daenerys que no gustó para nada a los fans, que habían visto en ella a una figura fuerte, valiente y pura, y que comprobaron como en esos últimos momentos se corrompía por completo. Los fans se quejaron en todos los foros y redes sociales sobre este final, e incluso muchos pidieron que se repitiera, que se grabar de nuevo o se creara un reboot para solucionar esos fallos que, a su entender, estaban estropeando toda la serie.

¿Fue realmente un mal final?

El revuelo que se creó en aquel momento fue absolutamente descomunal, y es que no fueron cuatro fans cansados en un post, sino miles y miles, en todo Internet, los que cargaron contra Benioff y Weiss, los productores y artífices de la ficción. Incluso el propio Geroge R.R. Martin tuvo que salir al paso para corroborar que el final de su versión literaria podía ser muy diferente. Los productores, los actores, trataron de defenderse y aseguraron que no se podía terminar un producto así al gusto. Sin embargo, en el imaginario colectivo, Juego de Tronos ha quedado como una serie magnífica con un final horroroso. ¿Es esto así?

Ha pasado ya más de año y medio desde que se emitiera el último episodio de la serie de HBO, y con el tiempo y la distancia, tal vez podamos ver los aciertos que llevaron a cabo los productores con esa última temporada. Era complicado resolver tantísimas tramas abiertas, y lo consiguieron, de una manera razonable además. En cuanto al cambio de Daenerys, basta decir que la ambición de la chica se había mostrado desde tiempo atrás, y su fijación con destruir a Cersei era de sobra conocida. Se le fue la mano, por supuesto, y acabó convertida en una dictadora intratable, algo que por cierto, no debe ser casualidad en una serie que siempre habla de cómo el poder, en su lucha y en su posesión, acaba corrompiendo y crenado el mal.